INMERSION
Hecho real. Por
Joaquin Verdeguer
Era un día maravilloso, soleado
pero no muy caluroso ( ponerse el traje de neopreno con mucho calor es
agobiante ). Uno de esos días en los que nada puede salir mal, y menos estando
en la isla de Menorca. Los colores oxido, rojo, naranja tan intensos adheridos
a la roca son de una inusual belleza. Corales, algas fluctuando al son de la
corriente o reflujo de las olas te hacen sentir estar en otro planeta. Solo el
que bucea puede entender el significado de mis palabras y de tanta belleza. Habíamos
fondeado cerca de Benibeca, en la zona hay varias cuevas. El órgano, la catedral,
solo por sus nombres os podéis imaginar la sensación, que se multiplica por la
luminiscencia aturquesada que adopta el agua filtrando la luz del sol, en los
diferentes orificios de la roca. Ni el Bosco hubiese podido imaginar un paisaje
más surealista.
Ahí estábamos Joan Rocabert, Jose
Maria Marco y yo. Al ponerme las aletas, se me rompe el pasador de modo que me
veo obligado a cambiarlas por esas que te venden en los kits para niños con la
mitad de superficie aletatoria. Joan va delante, es un gran profesional y
conoce a la perfección el lugar, le sigue Jose Maria, ambos sin linterna. Yo
voy el último teniendo que aletear con más energía. A las puertas de la cueva
evaluando mis posibilidades y careciendo de linterna, aborto la idea de
adentrarme en la cueva, viéndolos desaparecer en la total oscuridad. Permanezco
en la zona intentando distraer la atención, ha pasado media hora y no los veo
aparecer. ( Normalmente con 190/200
bares tienes para una hora, en consumo
normal )Empiezo a ponerme nervioso y me pregunto si debo emerger y avisar a la
guardia costera o al primero que tenga un móvil a mano, hace unos minutos que
he bajado de los 50 bares y me encuentro a 33mt de profundidad ( hay que hacer
un par de paradas 9mt y 3mt,o al menos una antes de los 3mt para descomprimir
el aire que pueda haber en las venas) tengo un edificio de 12 plantas encima de
mi ( 4 atmosferas ) es bastante presión. Con estos pensamientos por fin
aparecen por un lateral del acantilado con cara de satisfacción. Joan me pregunta
cuantos bares me quedan en el lenguaje del buceo, yo miro mi manómetro y le
marco dos dedos ( 20 bares ), Joan creyendo que estoy de broma o que no lo ha
entendido bien se acerca y me coge el manómetro para verificarlo, sorprendido
me hace el gesto de salir escopetado hacia el barco ( probablemente a 400ntde
distancia, 8 piscinas olímpicas tiempo de ascenso 15 ms ). En ese mismo
instante doy mi última bocanada de aire a 30 mt de profundidad. Sé que debo
estar sereno y no entrar en pánico, me tranquiliza saber que estoy con dos excelentes
profesionales y en buenas manos, de modo que rodeo a Joan y tomo su octopus (regulador
auxiliar/segunda etapa ) como si hubiese repetido y entrenado ese gesto
eternamente. Poco a poco vamos subiendo y acercándonos al barco, algunos
minutos después abandono el regulador de Joan ( para no dejarle a él también sin aire ) y
tomo el octopus de Jose Maria, diez minutos después ya estamos descomprimiendo
y a la vista veo la obra viva del barco y la cadena del ancla, en breve ya
estoy en la superficie del mar, sanos y salvos los tres.
Ha sido una experiencia cargada
de emoción, no se han perdido en la cueva, ni ha surgido ningún contratiempo y
yo he salido con éxito de una posible trombosis.
FIN
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