sábado, 6 de agosto de 2016

EL REGRESO

                                                                                                     Por Joaquin Verdeguer


Llegamos a Cagliari (Cerdeña) tras una noche de tormenta y 55Kn de viento mantenidos  100Km/h.  Por suerte, nuestro rumbo nos permite surfear las olas de más de 4m de altura, las condiciones de diseño de la obra viva del Pangea con sus 4,50 m de manga de flotación y sus dos palas de timón nos proporciona una travesía cómoda y segura. Con dos rizos en la mayor y la trinqueta hacemos 11Kn de velocidad.
La noche se ilumina con cinco núcleos de tormenta con rayos horizontales compitiendo entre ellos. Yo tengo pavor pero no puedo dejar de ver tan hermoso espectáculo que me ofrece la naturaleza.
Cruzamos la bocana a las 7 de la mañana con 35Kn y decido fondear antes de entrar en la marina y provocar algún percance. Al mediodía decidimos amarrarnos en la “Marina del Sole” nuestra favorita y campechana, por no decir espartana. Pero el ambiente es insuperable,  gente de todo el mundo se encuentra aquí, barbacoas y conciertos populares le dan ese toque tan especial.
Nuestro descanso bien merecido nos genera un apetito atroz y Javier nos deleita con sus carnes al estilo Uruguayo.
                                 Javier disfruta con las brasas se siente como en casa.
                                                     Las comilonas no cesan.

En la vida del navegante es tan importante las relaciones humanas como la técnica de navegar o incluso mas, ya que se pasan muchas horas a bordo y lor roces, malentendidos o disputas pueden alterar la estabilidad a bordo. Este es un tema muy delicado y conozco pocas travesías donde no se hayan roto las relaciones de amistad incluso de años.  La conducta humana en un barco es digna de estudio. Está la persona que ayuda y se compromete en las tareas con simpatía y humildad, y está el que se hace el sueco con entera desfachatez, camuflado con la amabilidad de un político. La navegación amplifica los defectos y virtudes del individuo, quien en tierra es miserable y egoísta también lo sera en alta mar, pero por duplicado. Para mas INRI no solo acompaña la conducta, si no la cualidad de la arrogancia, mostrando poco respeto hacia lo que no es de su pertenencia. Suelen hablar con demasía con pinceladas de despotismo. En un solo día de navegación se les puede leer la matricula de “ Lobo de merde”. Por fortuna  predomina la ayuda al prójimo, la simpatía y la predisposición  a la buena convivencia.
Aquí no importa de donde procedes, lo que importa es la camaradería de compartir una afición que es navegar. Cuando habla el veterano o lobo de mar todos callan y se le escucha con respeto y admiración. Las tertulias en la bañera con un buen vino o cualquier cosa con mas de 5º son siempre bienvenidas.
                                                   Vista del castillo desde la marina.
              Como no podían faltar los mejores helados del mundo, los helados Italianos.
                                        Ya faltan pocas horas para largar amarras.

Pasamos varios días en la capital de Cerdeña visitando día y noche cualquier rincón. Es una bella ciudad llena de vida.
Al alba zarpamos rumbo a Valencia, nuestra última escala donde pasaremos el invierno. Podremos evaluar estos tres años y medio de navegación por el Mediterráneo y preparar el barco para futuros largos periplos. De momento hay que llegar. Salimos a motor por la encalmada, el viento se presenta bonancible,  pero al despuntar el cabo de Teulada nos vienen 50Kn - 90K/h   de golpe, es la tramontana que regolfa  al chocar con la cara suroeste de la isla. 

El través no es agradable y viramos con rumbo de aleta para mejorar las prestaciones de la navegación poniendo rumbo a la costa Argelina. Al día siguiente el viento va cayendo de intensidad, pero se mantiene la ola de fondo. Corregimos el rumbo y marcamos Ibiza.  Llegamos al día siguiente con un mar agradable y todo el trapo en la perilla. El atardecer fue intenso ya que los atunes no paran de picar, 5 en total de unos 12kg. Por desgracia en el momento de subirlos con el salabre, se nos escapan uno a uno generando una profunda decepción entre nosotros. ¡Menos mal que tenemos a Isolda y a Javier que nos deleitan siempre con su extraordinaria cocina !. Fondeamos al norte de Tagomago en un mar plano y poco habitual. Comida, siesta y chapuzón, la proximidad de estar en casa nos anima, mañana vislumbraremos la costa de Valencia.

  
                                                                              FIN

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