viernes, 3 de julio de 2015

ORIENTE


                                                   ORIENTE, PREPARANDO EL REGRESO
                                                                                                     Por Joaquin Verdeguer



Cuando oigo la palabra oriente me transporto a lo exótico, mi mente planea, múltiples imágenes de infinitos colores, formas, texturas y olores se apoderan de mi, mi imaginación se desborda y me traiciona.

Al empezar a escribir me viene a la cabeza la conocida canción de Serrat “nací en el mediterráneo
“ ….de Algeciras a Estambul
para que pintes de azul
sus largas noches de invierno.
a fuerza de desventuras,
tu alma es profunda y oscura.
A tus atardeceres rojos
se acostumbraron mis ojos
como el recodo al camino.
soy cantor, soy embustero,
me gusta el juego y el vino,
tengo alma de marinero.
qué le voy a hacer, si yo
nací en el mediterráneo.
.
..recordando la historia descubro los lazos que nos unen en esta cultura sin fronteras que fue el mare nostrum.
Después de deambular varios años por el mediterráneo descubro que tenemos más en común de lo que podemos imaginar, cuando he estado en Italia me han confundido por uno de ellos, en Grecia me hablaban directamente en griego, pensando que era originario del país, pero aquí en Turquía me confunden por turco, ello demuestra que si existe una raza mediterránea, mucho más enlazada que la Europa política, el mediterráneo es una rotula de tres continentes y no somos conscientes de ello. Me viene a la cabeza otra gran cantante también Catalana, María del Mar Bonet, con sus ritmos mediterráneos, ha sabido sintetizar nuestra cultura y hacerla una.

Nos une nuestra forma de vivir, nuestra gastronomía, el placer de conversar al atardecer bañados por esa luz tan peculiar. Las lonjas de pescado, los mercados de verduras que invaden las calles y plazas una vez por semana, el fuerte vino y el buen aceite, nos han proporcionado siglos de tradición, de comercio.  Gracias a ese ir y venir de oriente a occidente hemos modelado el arte, el buen gusto, y el sibaritismo.




Solo la mujer mediterránea sabe hacer del día a día una ópera, su acicalamiento, sus pinturas de guerra la hacen coqueta y distinguida, probablemente una tradición egipcia que ha calado profundamente, la pasión por todo lo que brilla genera rivalidad y proeza. Es el detonante por superarse.

Y todo termina al frescor de la noche bañada de música y ritmos sensuales, fragancias de jazmín y buganvillas, rodeados en la mesa de gatos que miran atentos por si algo cae por accidente. Que le voy a hacer si yo también naci en el mediterráneo.  Pronto partiré surcando las olas y al atardecer tendré el sol de poniente iluminándome el rostro.

                                                                                     FIN


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