NAVEGANDO EL PELOPONESO
Por
Joaquin Verdeguer
Neso en griego significa
isla, Isla de Pélope, al parecer un
héroe mitológico. Sus primeros pobladores fueron los Egeos 2600 Ac. Por lo que
se le otorga el nombre al mar en su vertiente este. En el 2000 Ac la poblaron
los Jonios, nombre del mar en su vertiente oeste. La isla sigue siendo muy
rural y prácticamente vive de la agricultura y de los pastos de ovejas. Su orografía es muy accidentada e influye mucho
en su navegación. Navegar el Peloponeso puede no ser reconfortante ya que se
forman fuertes tormentas en breve de fuerza 7-8 Beaufort, sobre todo en
invierno por los vientos cálidos que provienen de África. En verano los vientos
dominantes son del NW más suaves, aunque no dejan de ser traicioneros. Existen
puertos y marinas cada 40 millas aproximadamente, lo que permite hacer días de
navegación con resguardo. Los puertos son muy básicos sin agua y sin luz y en
el caso de no poderse abarloar, la técnica es tirando el ancla y afirmarse al
pantalán con dos líneas a los noray o simples anillas roídas por la oxidación.
Sistema muy cotidiano en Grecia por no gozar de mucha infraestructura, claro
está que el precio es muy simbólico para un barco de 15m se pagan 6€.
Pero no solo el Peloponeso es
interesante de navegar por la belleza de sus costas repletas de bellas playas y
calas de arena, valles frondosos de olivos y planicies de viñedos, sino que
también alberga un sinfín de antiguas ciudades que en su día hicieron historia,
y de la cual dependemos en su tradición y cultura tanto histórica como
gastronómica.
Katakolon es un pequeño pueblo
que vive inmerso en la tranquilidad, salvo en verano en el que su puerto
alberga grandes cruceros que vienen a visitar la ciudad de Olimpia (origen de
los juegos olímpicos 776 Ac). Un pequeño andén junto al quiosco, permite coger
el tren que transporta a los turistas a la ciudad de Olimpia en tan solo 30
minutos. El museo de Olimpia alberga grandes e importantes piezas arqueológicas
en buen estado de conservación, vasijas, yelmos, numismática, joyas.
Más al sur se encuentra el puerto
de Kiparissia, un pueblo con mucho encanto. Desde Kiparisia se puede visitar la
antigua ciudad de Messina (antigua Mesenia), actualmente muy bien conservada.
Siguiendo
la costa hacia el sur se encuentra la ciudad medieval de Pilos, una ciudad de
gran belleza, se dice que aquí tuvo su sede el rey Néstor. Su puerto deja mucho
que desear ya que está en estado de abandono, pero su enorme bahía permite el
libre fondeo con aguas cristalinas. En la bahía se enfrentaron las tropas
otomanas y las europeas en la guerra de independencia de Grecia, venciendo en
la batalla de Navarino 1827 las tropas europeas.
Entrando en Pilos
Pangea abarloado en Pilos
Su castillo
Desde Pilos se puede visitar la ciudad de Esparta,
de la que no queda prácticamente nada, pero genera una gran sensación pasear por sus calles y pensar en la leyenda
de Esparta. Lo más bello es el trayecto de angosta circulación por carretera entre
las montañas.
Valle
del Eurotas
Lo que
queda de Esparta
Una vez sorteado el cabo de
Samkouli podemos ver la torre otomana de Methoni, una de las siete ciudades que
Agamenón ofreció a Aquiles. La heroína epónima Metone es llamada la hija de
Oeneos, el hombre del vino. En caso de necesidad se puede fondear en la bella
isla de Sapientza en porto Longos. Llegando al cabo de Tainaron es necesario
tener cuidado, el viento se encañona, sobre todo al amanecer por los fuertes catabáticos,
sin embargo existe una bahía muy bien protegida para el fondeo, Porto Kayio
unas millas más al norte.
Llegando al estrecho de
Elafonisou en las inmediaciones de cabo Meleas los vientos son traicioneros ya
que se encañonan con virulencia y la mar rompe con ola cruzada que se genera
por la intersección del mar Egeo y el mar Jónico (teniendo como sobrenombre el
Hornos del mediterráneo). La isla de Kitera puede ofrecer cierta protección
dependiendo de donde sople, otras veces se encañona mas por efecto Venturi,
generando una mar confusa y desagradable
(doy fe de ello, nuestro barco parecía una coctelera).
Una gran experiencia para los navegantes intrépidos y
ansiosos de aventura.
Si el motivo es llegar a Creta la
aventura bien merece la pena, ya que la
isla de Creta desborda en belleza y tradición, su gastronomía es diferente a la
tradicional griega y sus montañas de cumbres nevadas merecen un largo paseo
para distender las piernas de los navegantes.
Muy buen post Te felicito por la fotografía Estaré tripulando un velero allí y te agredezco la info.
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