El ladrón de
almas
Por Joaquin Verdeguer
Yo no soy
una persona creyente, ni dioses, ni marcianos… sin embargo la vida algunas veces
tiene sus curiosidades inexplicables.
Cerca de la isla de Kekova al sur de Turquía exactamente en
la costa Licia existe una ciudad del silencio. Sus vistas son preciosas y la sensación de paz te invade. Las tumbas
están talladas en la propia roca de un color grisáceo, creo que de origen
volcánico. Al volver al pueblo pregunte al camarero de la taberna que tenía
pinta de conocerlo todo y de ser bastante parlanchín, si me podía contar sobre
aquella necrópolis, la ciudad del silencio. Quienes fueron las personas
allí sepultadas en aquel lugar tan bello y de tan alta estirpe.
“Aquí estuvo Alejandro el grande, hijo de Filipo II de
Macedonia, con sus tropas en el siglo IV antes de Cristo, aquí se produjo un
asentamiento aprovechando que en la orilla había un astillero, (que todavía
perdura). El lugar es tan bello, que
Alejandro decidió dar aquí sepultura a sus almirantes caídos en la batalla, con
todos los honores, de modo que modelo la roca para ellos, incluido los bancos
para que sus almas pudieran sentarse a contemplar el ocaso sobre las tranquilas
aguas del mágico mediterráneo. Me pidió que no fuera a la parte de levante ya
que se rumoreaba sobre la existencia de una
leyenda…… de un alma en pena.”
Ya claro, eso es para los turistas le dije con una sonrisa….
Al día siguiente volví y claro, fui a la zona prohibida.
Yo trataba de leer una inscripción “tabula ansata” en el
propio sarcófago escrito en griego antiguo para comprobar si mis clases de
griego daban su fruto, cuando alguien a mi espalda me susurro.
-
Que
haces ??
-
Me
gire y ahí estaba con su toga color burdeos, envuelto como un caramelo. Lo
extraño es que no me asuste.
-
Leo
la inscripción, le conteste.
-
No
te molestes, es mentira lo que pone. Me dijo en tono triste.
-
Y…..
que es lo que pone ??
-
”
el barco está anclado en este último puerto, nunca más para salir, sin ayuda es
ahora inminente ya sea de viento o la luz solar, despidiéndose de la madrugada
portador de luz, fue enterrado allí y su barco de su vida útil más corta de un día,
al igual que una ola rota”
- No entiendo gran cosa…
- No entiendo gran cosa…
-
Dice
que morí en el campo de batalla como un héroe.
-
Y
no fue así ??
-
No,
fui asesinado.
-
Yo
estaba impresionado por su realismo, sin embargo se podía ver a través suyo, yo
no hacía más que mirar alrededor tratando de ver el truco o la proyección de la
imagen como un holograma. Decidí alejarme un poco bajando la ladera bastante
mosqueado, pensando que alguien me estaba tomando el pelo, pero aquello me
seguía.
-
Quien
eres ? le pregunte ya un poco asustado.
-
Soy
Nearco Sátrapa de Licia y Panfilia.
-
Porque
me sigues, le pregunte
-
Ves
a alguien mas ?? hace muchos años que no viene alguien por aquí.
-
Maldije
mi estampa, porque tenía yo que venir a este lugar ??.
-
Ven,
quiero enseñarte algo. Me dijo como si fuésemos colegas de toda la vida.
-
Le
hice caso, fluctuaban los aromas del hinojo al pisar las hierbas tratando de
llegar al acantilado.
-
Justo
en frente de mi, se alzaba toda una ciudad en parte semi sumergida.
-
Me
hablo sobre la destrucción de la ciudad a manos del Capitan Eudemos. De una
encolerizada batalla naval después del regreso del Panyab con las tropas de
Alejandro con todos los tesoros y
honores obtenidos…..
-
Con
el suave atardecer y el chapoteo de las olas, me quede dormido….
-
Al
anochecer cuando desperté, mis vestimentas tenían 2330 años de color burdeos, en un gran brazalete de mi brazo izquierdo se
podía leer Nearco Sátrapa de Licia. Me había robado el alma.
Fin
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