EL TURISTA.
Por Joaquín Verdeguer.
No sé si turista viene del griego
o del latín. Pero es sorprendente lo tontos que llegan a ser algunos de ellos,
dando lecciones a todo el que se le cruza por el camino. Zanzíbar es desde
luego uno de esos paraísos que te acoge si quieres desaparecer del mapa, sobre
todo la isla de Unguja.
Me había levantado temprano para
aprovechar la marea. La calidad del agua cristalina con el turquesa que copia
el fondo arenoso es cautivador. Caminaba haciendo slalom entre los Dhow de
pescadores que varan sus barcos aprovechando la marea para calafatear sus
cascos envejecidos por su labor, el salitre y ese sol de justicia que castiga
al incauto. Una pareja venia descalza por la playa discutiendo en catalán. Ella
paro en seco delante de uno de esos chiringuitos montados con cuatro palos, dos
maderas haciendo de mesa y una docena de palmas datileras haciendo de cobertizo. Cogió una preciosa
caracola y se la puso al oído, no exactamente para oír el sonido del mar, más
bien pensé yo que era para no oír al ….. acompañante. (Ya que yo no sabía si
era su marido, su novio, o su primo de Bilbao). Ella se entretuvo probándose unos
collares de conchas, mientras que él se fijó en el enorme zanzibareño que se
encontraba semitumbado en una amplísima hamaca cruzada entre dos cocoteros, que
no se esforzó para nada en tratar de venderles las caracolas, los collares y
pendientes que tenía expuestos en tan espartana exposición.
-
Eres de aquí? Le pregunto en un pésimo inglés.
-
Sí, soy del pueblo, esta playa es mía.
-
En serio!!! - dijo el catalán sorprendidísimo- Toda esta playa es tuya?? -
Pregunto atónito.
Al catalán se le
pusieron los ojos como chirivías- Y no se te ha ocurrido hacer un hotel?? –Pregunto
pensando en el business.
-
Un hotel??? Para que??? Ya hay muchos hoteles en
la isla- contesto sin entender que le pasaba a aquel pobre turista, quizás demasiado
sol le fundía el encéfalo.
-
El catalán no se daba por vencido, parecía un pit
bull zarandeando su presa y no daba su brazo a torcer.
-
Hombre !!! te montas un hotel aquíii, trabajas
unos años y te forras a ganar dineroooo.
-
Pero para que???? Preguntaba el aborigen que no entendía
nada de nuestra civilización.
-
Pues ganas un montón de pasta con los turistas,
con tu hotel y puedes dedicarte a no hacer nada el resto de tu vida y tumbarte aquí
en esta playa.
-
El pobre zanzibareño estaba desconcertado. No había
oído algo tan absurdo en toda su vida que contaba con unas treinta primaveras.- Pero que crees que estoy haciendo???- Y
levantaba los hombros como iniciando un break dance.
Le arranco la
caracola de las manos a la joven catalana, he hizo un gesto como diciendo:
circulen, dejen paso y sigan caminando. Se giró dando la espalda al mar y se volvió
a tumbar en su hamaca cruzada entre dos cocoteros.
FIN
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