sábado, 30 de marzo de 2019


EL FARO DEL PILAR, FORMENTERA.

                                                                                                                   Por Joaquín Verdeguer


Solía pasar los veranos en Formentera, una pequeña isla situada al sur de las baleares. Algunos de mis amigos vivían en la isla, formaban parte de los Algemesinenses que edificaron en la isla en los años 70 y 80. Siempre había un techo para mí en el ambiente hippie. Personalmente me gustaba ir al faro del Pilar, la zona más alta de la isla, las vistas y los amaneceres desde el acantilado son espectaculares. Suele haber bastante gente en la aurora cuando salen de los antros y discotecas.

Pero entre todos destacaba una mujer de unos 40 años doblándome la edad. Tan bella, firme, clavada la mirada en el horizonte. Me recordaba Victoria de Samotracia. Yo la observaba a una docena de metros, más que observar la admiraba. Pregunte en el pueblo quien era, ya que todos los días se colocaba en el mismo lugar del acantilado.

-          A si !!  la mujer del farero !!  me contestaron en el colmado del Pilar.

Yo me preguntaba si aquella diosa tenia nombre, porque al parecer solo era “la mujer del farero”, como si su alma no le perteneciera, como si fuera de segundo rango, o si ser mujer era menos que ser farero, pero la verdad es que a mí me motivo más todavía y seguí visitando el lugar cada amanecer. Y cada día me acercaba un metro más. Observaba sus rodillas, su perfil, su pelo ondulado ligeramente levantado por la brisa descubriendo sus orejas sin abalorios y me iba enamorando. No sentía mariposas en el estómago, yo sentía truenos y rayos, la electricidad recorría todo mi cuerpo. A las dos semanas estaba apenas a un metro de ella.

-          Hola. Le dije simplemente

-          Hola me contesto ella sin girarse, sin pestañear.

-          Te debe de gustar mucho este lugar, - le dije- te veo todos los días, es bello verdad ??.

-          No, es triste. - me contesto.

Sinceramente no me esperaba esa contestación.

-          De donde eres?? - me pregunto antes de que pudiera decir palabra.

Yo que quería ligar con ella le dije.

-          Justo de enfrente, donde fijas la mirada, he venido llamado por ti, atraído por ti.

Entonces, con una ligera sonrisa de sus perfilados labios semicarnosos su cuerpo se giró hacia mí.

-          Tú no te pareces en nada a él.

-          A tu marido??. El farero -  me salió espontáneamente.

-          No, a mi hijo. Cayó por el acantilado a los doce años. Nunca se encontró el cuerpo, ahora tendría tu edad.

Se acercó, con sus manos rodeo mi nuca y me beso profundamente, cálidamente. Me quede petrificado, sin poder moverme, sin poder respirar. Se fue y no volvió nunca más. Si vais al faro del pilar veréis un poco a la izquierda una piedra con forma de cuerpo, nunca se supo cómo llego allí.

                                                                                      Fin


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