NAUFRAGO EN TIERRA.
Por Joaquín Verdeguer
Me increpa un conocido preguntándome
porque no hago una vida NORMAL. Trabajo, casa, hijos….No tengo trabajo, vivo en
un velero y no tengo hijos, ni ganas de tenerlos. De modo que le he contestado
llanamente: porque quiero morir con una gran sonrisa en los labios.
Somos lo que comemos me dijo un
amigo antropólogo, pero yo no he visto a ningún filete andando. Yo creo que
somos sentimientos del recuerdo y es lo único que en definitiva nos llevaremos
a la tumba. Si nuestro cuerpo es 65% agua, el otro 35% son vivencias
almacenadas en el recuerdo. No me olvido de los últimos días de mi padre, en su
silla de ruedas, aferrado a su permiso de conducir de la confederación
helvética, alegando que se lo iban a renovar y lo acariciaba porque le
proporcionaba bellos recuerdos. Y de recuerdos se trata, me invade la añoranza
de zarpar de nuevo. Volver a sentir la brisa con su vaivén y sus rociones. Descubrir
nuevos horizontes y gentes extrañas con sus costumbres que difieren de las mías.
Escuchar el susurro del agua deslizándose por la carena con sus amaneceres
mágicos, acompañado de delfines contorsionistas.
Me siento como un náufrago
rodeado de edificios, tiendas y ruido. Quiero volver a esa playa de gravilla,
rodeado de columnas marmóreas milenarias, sentado frente a esa mesa con tapete
a cuadros azul y blanco con olor a sardinas braseadas, rodeado de gatos
piojosos y famélicos. Y en la lejanía percibir el sonido del Bouzouki
entremezclado con la suave brisa del verano. Si, amo todas mis vidas vividas,
porque todas ellas están repletas de bellos recuerdos, los ingratos
desaparecieron como por embrujo, solo me quedan los mejores con olor a salitre.
Y sé que en algún momento, aparecerá en el horizonte, un barco para rescatarme y
dejar de ser un náufrago en tierra. FIN