Cuento por Joaquin Verdeguer
DIOS Y LA HIENA
Hace mucho mucho tiempo, cuando
dios termino de crear la tierra y a los animales, con los restos que le quedaban, hizo a la
hiena.
Un día, la hiena hambrienta se
acerco a una charca para beber y se encontró con la rana, la hiena intento
distraer a la rana para hacerse con el bocado pero la rana salto a tiempo y se
escondio debajo del nenúfar, la hiena al dar el salto quedo atrapada en el lodo
del estanque, y no pudo saciar su apetito, así que se puso a llorar de tristeza.
La rana le pregunto. - Qué te
ocurre señora hiena?
La hiena le contesto. - Tengo hambre, porque no puedo
comer?. Tú cazas insectos y larvas.
La rana le contesto. - Eso es
porque no estás en tu medio, yo le temo al cocodrilo y a la garza. Pero tú no
puedes competir con ellos. Tienes que irte a otro sitio y buscar donde estén tus
posibilidades, vete a la sabana e intenta cazar allí.
La hiena le hizo caso
y se marcho a la sabana.
Al llegar a la sabana, se puso a
correr detrás de una bella gacela y allí intento cazar, pero sus patas traseras
eren tan cortas… que solo conseguía cansarse. Y acabo llorando de
desesperación. La chita que la estaba observando le pregunto:
Porque lloras señora hiena? Y la
hiena le contesto. - Tengo hambre pero no puedo comer, no soy tan rápida como tú,
mira mis patas traseras, son tan cortas…
Claro!, le contesto la chita, eso
es porque no estás en tu medio, tienes que irte a la jungla a cazar.
Así que la hiena se fue a la jungla, a cazar.
Cuando llego a la jungla intento
cazar, pero todo fue en vano, seguía pasando hambre y la hiena se puso a llorar
de impotencia.
El león que le estaba mirando, le pregunto. Porque lloras
señora hiena?
Acaso no lo ves, me muero de hambre!!
Que haces tú aquí, no sabes que yo soy el rey?, no puedes
cazar aquí, vete a otro lugar.
Prueba a cazar en el bosque. Y así la hiena se fue llorando.
Cuando llego al bosque se alegro
mucho porque vio unas dulces peras en lo alto de los arboles, así que empezó a
dar saltos intentando coger el dulce fruto que colgaba de las ramas, pero sus
intentos pronto le demostraron su incapacidad y no consiguió ni un solo fruto.
La pobre hiena se puso a llorar de nuevo. Las jirafas que la oyeron, se le
quedaron mirando.
Porque lloras señora hiena?
Tengo tanta hambre que incluso
podría comer unas frutas, no necesito un filete de dulce y fresca carne.
Las jirafas se quedaron
tremendamente sorprendidas, ante la respuesta. Que haces tú aquí? no ves que
para comer estos frutos, necesitas tener el cuello tan largo como nosotras? Y tú
tienes no el cuello corto, sino que ni tan siquiera tienes cuello. Como podrías comer los verdes y nuevos brotes?, vete
al desierto, allí no hay árboles donde trepar. Así que la hiena se fue llorando del bosque,
tremendamente hambrienta pues iba de un lugar a otro y no conseguía ningún
bocado.
Al llegar al desierto, unos
zorros que estaban asechando su presa, la vieron pasar espantando la caza de la
mañana. Los zorros enfadados le preguntaron.
Dónde vas con esas pintas!. No ves que nos espantas la caza !!
Tengo hambre!, replico la hiena.
Con ese pelo oscuro enmarañado no
puedes cazar aquí, le dijeron gritando los zorros. Míranos a nosotros con
nuestra suave piel de color dorado, se camufla con el dorado de la arena.
Vete de aquí y no vuelvas jamás !. Le gritaron en coro.
La pobre hiena no podía dejar de llorar, tan triste y
desesperada se sentía.
Al escuchar Dios sus llantos, le pregunto, que te pasa señora
hiena? y la hiena le explico.
He ido a la charca a comer y no he podido comer, ni nadar.
He ido a la sabana y tampoco he podido comer, ni correr.
He ido a la jungla y
no me han dejado comer.
He ido al bosque y no he podido comer, por no tener cuello.
He ido al desierto y no he podido
comer, por no tener camuflaje, con estos pelos tan enmarañados.
Dios que la vio tan fea y
reconociendo que la había hecho con los pocos restos que habían quedado se
apiado de ella, descubriendo que había cometido un error.
De ahora en adelante no volverás
a llorar nunca más, te prometo que el resto de tu vida no harás más que reír, con una gran sonrisa en la boca, tampoco tendrás
que cansarte cazando, así que comerás de
la caza de los demás animales, ya que tus cortas patas no te lo permiten.
Y así es, como la hiena siendo el animal más feo y
desafortunado ha llegado a ser el animal que es.
Todos tenemos un lugar y una funcion, sin importar como de bellos seamos
FIN